Lo que nos ofrece las lomas

A 105 kilómetros al norte de Lima, entre julio y noviembre, las Lomas de Lachay se convierten en un oasis de vida silvestre que interrumpe la árida franja costera del Perú, bajo la forma de una gran alfombra verde matizada de colores amarillo, naranja y violeta, y una variedad de fauna silvestre que llegan con el florecimiento del área. Fue declarada como Reserva Nacional en 1977 y cuenta con una extensión de 5,070 hectáreas, siendo la única muestra del ecosistema de lomas costeras del Perú protegida por el estado.
Su nombre proviene del quechua llachu que significa “lugar cubierto de neblina”- se caracteriza por sus ecosistemas estacionales, que se aprecian entre los meses de julio a octubre, época en que las lomas alcanzan su máximo esplendor. Este fenómeno se debe a que las lomas tienen su origen en las neblinas invernales que se generan mar adentro y que son atraídas a la costa por los vientos alisios, produciéndose el fenómeno de inversión térmica, lo que propicia el florecimiento de vegetación en la zona. (más de 160 plantas vasculares), destacando: la tara, papa y tabaco silvestre, el mito o papaya andina, algas, musgos y líquenes.

En esta temporada, Lachay se convierte también en lugar de descanso, alimentación y reproducción de diversas especies, albergando alrededor de 60 variedades de aves como el turtupilin –ave símbolo de las lomas-, aguiluchos y lechuzas del desierto; mamíferos como el zorro costeño, venado gris y diversos roedores; además de lagartijas, insectos, arácnidos, entre otros.

Asimismo, la reserva ofrece a los visitantes atractivas muestras de petroglifos precolombinos y vestigios del periodo Teatino, aún poco investigados. Lo que sumado a sus recursos y ubicación, la convierte en un área de gran potencial como centro de educación ambiental, cultural y turismo asociado a la naturaleza.